El primer ministro japonés, Kishida, dimitirá en medio de escándalos y desafíos económicos

El primer ministro de Japón, Fumio Kishida, anunció su decisión de dimitir el próximo mes, lo que marca el final de su mandato de tres años.

Esta decisión se produce tras una importante disminución del apoyo público debido a una serie de escándalos políticos y al aumento del coste de la vida.

La renuncia de Kishida desencadenará una disputa por el liderazgo dentro del gobernante Partido Liberal Democrático (PLD) para determinar su sucesor.

Caída de los índices de aprobación y escándalos políticos

La popularidad de Kishida comenzó a disminuir poco después de asumir el cargo en 2021, tras las revelaciones sobre las conexiones del PLD con la controvertida Iglesia de la Unificación.

La situación empeoró cuando se descubrió un fondo secreto de donaciones políticas no registradas vinculadas a eventos de recaudación de fondos del PLD.

El descontento público creció a medida que los salarios no lograban seguir el ritmo del creciente costo de vida, a pesar de la recuperación de Japón tras años de presión deflacionaria.

Kishida reconoció el impacto de estos temas en su liderazgo, afirmando que “la política no puede funcionar sin la confianza pública”, durante la conferencia de prensa donde anunció su decisión de no buscar la reelección como líder del PLD.

Se espera que el PLD celebre una elección de liderazgo en septiembre, y el ganador se convertirá en el próximo primer ministro de Japón.

Momentos claves del gobierno de Kishida

Durante su mandato, Kishida implementó políticas destinadas a aumentar los ingresos de los hogares, rompiendo con las estrategias económicas anteriores que se centraban en una economía de goteo impulsada por las ganancias corporativas.

Estas políticas incluían aumentos salariales y la promoción de la propiedad de acciones, que eran parte de sus esfuerzos para abordar la desigualdad de ingresos en Japón.

Kishida también jugó un papel importante a la hora de sacar a Japón de la pandemia de COVID-19 mediante la implementación de un gasto de estímulo masivo.

Nombró a Kazuo Ueda como jefe del Banco de Japón (BOJ) para guiar al país fuera del estímulo monetario radical de su predecesor.

La inesperada decisión del BOJ de aumentar las tasas de interés en julio, en medio de una creciente inflación, contribuyó a la inestabilidad del mercado de valores y a un fuerte aumento del valor del yen.

Según Shoki Omori, estratega jefe de la oficina de Japón de Mizuho Securities en Tokio, la salida de Kishida podría llevar a condiciones fiscales y monetarias más restrictivas, dependiendo de quién lo suceda. Omori señaló que “los activos de riesgo, en particular las acciones, probablemente serán los más afectados” bajo el nuevo liderazgo.

El mandato de Kishida también supuso un cambio en la política de seguridad de Japón, ya que el país respondió a un entorno geopolítico cada vez más volátil.

Reveló la mayor expansión militar de Japón desde la Segunda Guerra Mundial, comprometiéndose a duplicar el gasto de defensa para contrarrestar posibles amenazas de la vecina China.

Kishida mejoró las tensas relaciones con Corea del Sur, permitiendo una cooperación de seguridad más estrecha con Estados Unidos para abordar la creciente amenaza de los programas de misiles y armas nucleares de Corea del Norte.

Japón busca un nuevo líder

Mientras el PLD se prepara para una elección por el liderazgo, han surgido varios nombres como potenciales sucesores de Kishida.

El ex ministro de Defensa Shigeru Ishiba ya ha expresado su interés en postularse, mientras que la ministra de Asuntos Exteriores Yoko Kamikawa, el ministro de Digital Taro Kono y el ex ministro de Medio Ambiente Shinjiro Koizumi también se consideran fuertes contendientes.

Los analistas políticos creen que el PLD debe elegir un líder que pueda distanciar al partido de los escándalos que lo han plagado en los últimos años.

Una cara nueva sin vínculos con la administración actual se considera crucial para la supervivencia del partido en las próximas elecciones generales, que se celebrarán en el tercer trimestre de 2025.

El analista político Atsuo Ito dijo:

Si el PDL elige a su próximo líder de una manera que haga caso omiso de las críticas públicas sobre los escándalos de financiación política, el partido podría sufrir una derrota aplastante. El partido debe elegir a alguien joven que no tenga vínculos con la actual administración y que, por lo tanto, pueda presentar un nuevo PDL.

La decisión del PLD no sólo determinará el próximo primer ministro sino que también dará forma al panorama político de Japón mientras el país navega en un entorno económico y geopolítico desafiante.