From iPhones to steel: how a US-China trade war would hurt the world economy

De los iPhones al acero: cómo una guerra comercial entre EE.UU. y China perjudicaría a la economía mundial

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Written on Apr 10, 2025
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  • Se avecina una guerra comercial a gran escala entre EE. UU. y China, que amenaza la economía mundial.
  • Estados Unidos ya importa muchos más bienes de China, creando un gran déficit comercial.
  • Las empresas chinas podrían desviar las exportaciones a través de países del sudeste asiático para evitar los aranceles.

Con el presidente Donald Trump imponiendo aranceles superiores al 100% a las importaciones de bienes chinos, el espectro de una guerra comercial a gran escala con China se ha convertido en una cruda realidad.

China ha prometido “luchar hasta el final” antes que ceder a lo que percibe como coerción estadounidense, prometiendo aumentar sus propios aranceles sobre los productos estadounidenses del 34% al 84% en represalia.

Pero, ¿qué significaría realmente una guerra comercial total entre las dos economías más grandes del mundo para el resto del mundo?

El comercio de bienes entre las dos potencias económicas ascendió a aproximadamente $585.000 millones de dólares (429.000 millones de libras) el año pasado, representando una arteria vital de la economía global.

Si bien Estados Unidos importó significativamente más de China (440.000 millones) de lo que China importó de Estados Unidos (145.000 millones), ese desequilibrio resultó en un déficit comercial estadounidense con China —la diferencia entre importaciones y exportaciones— de $295.000 millones de dólares en 2024.

Este déficit considerable representa aproximadamente el 1% de la economía estadounidense.

Sin embargo, esta cifra es notablemente inferior al billón de dólares que Trump ha citado repetidamente, lo que pone de relieve una posible exageración.

Reducción de la dependencia: una década de cambios en los patrones comerciales

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Trump impuso inicialmente aranceles significativos a China durante su primer mandato, políticas que fueron mantenidas y ampliadas por su sucesor, Joe Biden.

Estas barreras comerciales han contribuido a una disminución de la proporción de bienes que EE.UU. importa de China, pasando del 21% de las importaciones totales de Estados Unidos en 2016 al 13% el año pasado, lo que indica un alejamiento gradual de la dependencia del comercio chino.

Reorientación del comercio: elusión de aranceles a través del sudeste asiático

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Sin embargo, los analistas han observado que algunas exportaciones de productos chinos a EE.UU. se han redirigido hábilmente a través de países del sudeste asiático para eludir los aranceles.

Por ejemplo, la administración Trump impuso aranceles del 30% a los paneles solares importados de China en 2018.

Sin embargo, el Departamento de Comercio de EE.UU. presentó en 2023 pruebas convincentes de que los fabricantes chinos de paneles solares habían trasladado sus operaciones de ensamblaje a países como Malasia, Tailandia, Camboya y Vietnam, antes de enviar los productos terminados a EE.UU. desde esos países, eludiendo así los aranceles.

Por lo tanto, los nuevos aranceles “recíprocos” de Trump impuestos a esos países elevarán el precio en EE.UU. de una amplia gama de bienes que, en última instancia, provienen de China, ilustrando las consecuencias complejas y de gran alcance de la guerra comercial.

Una historia de dos economías: lo que importan el uno del otro

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En 2024, la mayor categoría de exportaciones de bienes de EE.UU. a China fueron las semillas de soja, utilizadas principalmente para alimentar a la enorme población porcina de China, estimada en 440 millones de cabezas.

Estados Unidos también exportó productos farmacéuticos y petróleo a China, lo que pone de relieve la diversidad de su relación comercial.

En sentido contrario, de China a EE.UU., se enviaron grandes volúmenes de productos electrónicos, ordenadores y juguetes, lo que refleja el dominio de China en estos sectores manufactureros.

También se exportó una cantidad significativa de baterías, cruciales para los vehículos eléctricos.

Sin embargo, la categoría más importante de importaciones estadounidenses procedentes de China son los teléfonos inteligentes, que representan el 9% del total, lo que subraya su importancia para los consumidores estadounidenses.

Una gran proporción de estos teléfonos inteligentes se fabrican en China para Apple, una multinacional con sede en Estados Unidos, lo que demuestra la compleja interrelación entre las dos economías.

Los aranceles estadounidenses sobre China han sido uno de los principales factores que han contribuido a la caída del valor de mercado de Apple en las últimas semanas, con una disminución del precio de sus acciones del 20% en el último mes, lo que demuestra el impacto real de la disputa comercial.

Estos artículos importados de China ya iban a encarecerse considerablemente para los estadounidenses debido al arancel del 20% impuesto por la administración Trump.

Ahora que el arancel ha aumentado al 104%, el impacto podría ser cinco veces mayor, lo que podría provocar un aumento significativo de los precios para los consumidores.

Nuevas vías para la guerra económica

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China desempeña un papel fundamental en el refinado de muchos metales vitales para la industria, desde el cobre y el litio hasta las tierras raras, lo que podría proporcionarle una ventaja en el conflicto comercial.

Pekín podría poner obstáculos a la llegada de estos metales a Estados Unidos, interrumpiendo las cadenas de suministro y perjudicando a los fabricantes estadounidenses.

Esta táctica ya se ha empleado en el caso de dos materiales llamados germanio y galio, que el ejército utiliza en imágenes térmicas y radares, lo que indica la voluntad de China de militarizar su control sobre recursos críticos.

Por otro lado, Estados Unidos podría intentar endurecer el bloqueo tecnológico a China iniciado por Joe Biden, dificultando aún más la importación de microchips avanzados —vitales para aplicaciones como la inteligencia artificial— que China aún no puede producir por sí misma, obstaculizando así su avance tecnológico.

Para complicar aún más la situación, el asesor comercial de Donald Trump, Peter Navarro, sugirió esta semana que Estados Unidos podría presionar a otros países, incluidos Camboya, México y Vietnam, para que no comerciaran con China si querían seguir exportando a Estados Unidos, buscando aislar económicamente a China.

Repercusiones globales: una desaceleración de la economía mundial

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Estados Unidos y China juntos representan una parte sustancial de la economía mundial, estimada en alrededor del 43% este año, según el Fondo Monetario Internacional.

Esto significa que cualquier ralentización de su crecimiento tendría inevitablemente repercusiones globales significativas.

Si se enzarzaran en una guerra comercial total que ralentizara su crecimiento o incluso los empujara a la recesión, probablemente perjudicaría a las economías de otros países en forma de un crecimiento global más lento.

La inversión global también probablemente se vería afectada, creando más desafíos económicos.

China es la mayor nación manufacturera del mundo y produce mucho más de lo que su población consume internamente.

Ya tiene un superávit comercial de casi un billón de dólares, lo que significa que exporta más bienes al resto del mundo de los que importa.

Además, a menudo produce esos bienes por debajo del coste real de producción debido a las subvenciones nacionales y al apoyo financiero estatal, como préstamos baratos, para empresas favorecidas, lo que puede distorsionar los mercados globales. El acero es un ejemplo claro de esto.

Si los productos chinos no pudieran entrar en el mercado estadounidense, existe el riesgo de que las empresas chinas intenten “venderlos” en el extranjero, inundando los mercados globales con bienes artificialmente baratos.

Si bien eso podría beneficiar a algunos consumidores a corto plazo, también podría perjudicar a los productores de otros países, amenazando empleos y salarios y provocando una mayor inestabilidad económica.

El grupo de presión UK Steel ya ha advertido del peligro de que el exceso de acero se redirija al mercado británico, subrayando la posibilidad de que se produzca este escenario.

En conclusión, las repercusiones de una guerra comercial total entre China y Estados Unidos se sentirían a nivel mundial, y la mayoría de los economistas consideran que el impacto sería muy negativo, pudiendo desencadenar una importante recesión económica global.